En
1905 aparece Cantos de vida y esperanza, que marca la
culminación de la lírica de Rubén Darío. En
los Cantos veremos cómo surgen nuevas
preocupaciones, de tipo novomundista, sobre la comunidad hispánica.
Hay un cambio de tema, aunque no del todo radical porque todavía
perviven algunos temas parnasianos propios de su libro anterior. Sin
embargo, la expresión a veces tiende a la ironía e incluso a un
lenguaje tomado del habla cotidiana, algo totalmente reñido con el
preciosismo de los parnasianos.
Un
tema frecuente en este nuevo libro es la desilusión que ha
sufrido Rubén Darío al llegar a su madurez, cuando han desaparecido
todos sus sueños de adolescente. La "Canción de otoño en primavera" habla de una vida llena de amores frustrados que han
dejado un poso de amargura y tristeza.
Más
triste es el poema llamado "Nocturno". Las imágenes
preciosistas de su juventud quedan degradadas ("el cisne entre
los charcos", "la azucena tronchada por un fatal destino"),
lo cual convierte este texto en uno de los más intensos del poeta
nicaragüense. En él se alude al alcoholismo que arrastró a Rubén
Darío hasta la muerte; el autor es consciente en el poema de su
propia autodestrucción:
El
ánfora funesta del divino veneno
que
ha de hacer por la vida la tortura interior
Conclusiones
igualmente angustiosas se encuentran en el famoso poema "Lo fatal", con el que se termina el libro. En él desea ser planta
o incluso piedra para no tener que sentir ni darse cuenta de que la
vida no tiene sentido y de que todos los seres humanos estamos
condenados a morir.
Junto
a estos poemas pesimistas, aparece un segundo grupo de composiciones
dominadas por la esperanza en el cambio político, el deseo de que la
comunidad hispana se regenere y triunfe sobre el imperialismo de
Estados Unidos. El poema más conocido sobre este asunto es “La salutación del optimista”, canto a la valía y a la unidad de los
pueblos hispanos después de fracasos como el de España en la guerra
de Cuba o la invasión de Panamá por Estados Unidos.
Más
fácil de entender y más directo es la oda “A Roosevelt”,
presidente de los Estados Unidos. La primera parte del poema es un
retrato del país norteamericano, depredador de Hispanoamérica.
Roosevelt representa la fuerza bruta de una sociedad materialista a
la que le falta sin embargo Dios.
Paralelamente
a la crítica a la civilización norteamericana, en “Las letanías de Nuestro Señor don Quijote” hace Rubén Darío una alabanza al
personaje de la novela más famosa en lengua española. Don Quijote
es el símbolo de la identidad hispana, que está sufriendo la
humillación del imperialismo estadounidense.
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