Los primeros poetas españoles que pueden considerarse dentro del nuevo movimiento del Modernismo se dedicaron a escribir poemas en los que se refleja claramente la vuelta a la naturaleza, al mundo rural y a la cultura regional, la cual describen con el lujo de las técnicas parnasianas.
Un ejemplo de esta tendencia es el poeta malagueño Salvador Rueda, cuyo estilo ha sido llamado "colorista" por su tendencia a describir las realidades de la cultura andaluza de forma brillante y llamativa, aludiendo con abundancia a las percepciones sensoriales (colores, sonidos, aromas, texturas) del mismo modo que hacían los parnasianos. También se caracteriza por expresar en sus poemas una actitud de entusiasmo por la Naturaleza, a la cual identifica con la Divinidad, y por un intenso erotismo.
Fíjate en el siguiente soneto de Salvador Rueda, titulado "Hora de fuego". El mar de Málaga es descrito con todo lujo de percepciones sensoriales para llegar a la belleza suprema a la que aspiraban los parnasianos.
Quietud, pereza, languidez, sosiego...
un sol desencajado el suelo dora,
y a su valiente luz deslumbradora
que le ha dejado fascinado y ciego.
El mar latino, y andaluz, y griego,
suspira dejos de cadencia mora,
y la jarra gentil que perlas llora
se columpia en la siesta de oro y fuego.
Al rojo blanco la ciudad llamea;
ni una brisa los árboles cimbrea,
arrancándoles lentas melodías.
Y sobre el tono de ascuas del ambiente,
frescas cubren su carmín rïente
en sus rasgadas bocas las sandías.
En Cuba, José Martí refleja en Versos sencillos los sentimientos del poeta en contacto con la naturaleza, frente al mundo engañoso y artificial de la civilización. Se trata, como dice el título del libro, de poemas con un estilo muy simple, basados en la sencillez de los cantos del pueblo cubano y alejados por tanto de la sofisticación de los parnasianos:
Yo soy un hombre sincero
De donde crece la palma,
Y antes de morirme quiero
Echar mis versos del alma.
Yo vengo de todas partes,
Y hacia todas partes voy:
Arte soy entre las artes,
En los montes, monte soy.
Yo sé los nombres extraños
De las yerbas y las flores,
Y de mortales engaños,
Y de sublimes dolores.
Yo he visto en la noche oscura
Llover sobre mi cabeza
Los rayos de lumbre pura
De la divina belleza.
Alas nacer vi en los hombros
De las mujeres hermosas:
Y salir de los escombros
Volando las mariposas.
He visto vivir a un hombre
Con el puñal al costado,
Sin decir jamás el nombre
De aquella que lo ha matado.
Rápida, como un reflejo,
Dos veces vi el alma, dos:
Cuando murió el pobre viejo,
Cuando ella me dijo adiós.
Temblé una vez, —en la reja,
A la entrada de la viña—
Cuando la bárbara abeja
Picó en la frente a mi niña.
Gocé una vez, de tal suerte
Que gocé cual nunca: —cuando
La sentencia de mi muerte
Leyó el alcaide llorando.
Oigo un suspiro, a través
De las tierras y la mar,
Y no es un suspiro, —es
Que mi hijo va a despertar.
Si dicen que del joyero
Tome la joya mejor,
Tomo a un amigo sincero
Y pongo a un lado el amor.
Yo he visto al águila herida
Volar al azul sereno,
Y morir en su guarida
La víbora del veneno.
Yo sé bien que cuando el mundo
Cede, lívido, al descanso,
Sobre el silencio profundo
Murmura el arroyo manso.
Yo he puesto la mano osada,
De horror y júbilo yerta,
Sobre la estrella apagada
Que cayó frente a mi puerta.
Oculto en mi pecho bravo
La pena que me lo hiere:
El hijo de un pueblo esclavo
Vive por él, calla y muere.
Todo es hermoso y constante,
Todo es música y razón,
Y todo, como el diamante,
Antes que luz es carbón.
Yo sé que al necio se entierra
Con gran lujo y con gran llanto,—
Y que no hay fruta en la tierra
Como la del camposanto.
Callo, y entiendo, y me quito
La pompa del rimador:
Cuelgo de un árbol marchito
Mi muceta de doctor.
Más cercana al estilo de José Martí se encuentra la poesía regional de autores como el murciano Vicente Medina (Aires murcianos) y el extremeño de adopción José María Gabriel y Galán (Extremeñas). Ambos funden lo lírico con la narración y lo dramático, creando poemas más parecidos a monólogos en los que personajes del pueblo llano cuentan sus problemas, normalmente relacionados con la pobreza y el atraso de su región.
Por último, en Andalucía se da otra vertiente de la poesía regionalista que consiste no en reflexionar sobre la situación de la región como pasa en Extremadura o Murcia, sino en aspectos de su cultura, como la música flamenca. Manuel Machado será el poeta más importante, al adaptar el cante flamenco al mundo de la poesía simbolista en su libro Cante hondo.
En este poema, precisamente titulado "Cante hondo", Manuel Machado habla de los distintos subgéneros del flamenco utilizando la misma métrica en la que se componen estos cantes populares:
A todos nos han cantado
en una noche de juerga
coplas que nos han matado...
Corazón, calla tu pena;
a todos nos han cantado
en una noche de juerga.
Malagueñas, soleares
y seguiriyas gitanas...
Historias de mis pesares
y de tus horitas malas.
Malagueñas, soleares
y seguiriyas gitanas...
Es el saber popular,
que encierra todo el saber:
que es saber sufrir, amar,
morirse y aborrecer.
Es el saber popular,
que encierra todo el saber.
Salvador Rueda |
Fíjate en el siguiente soneto de Salvador Rueda, titulado "Hora de fuego". El mar de Málaga es descrito con todo lujo de percepciones sensoriales para llegar a la belleza suprema a la que aspiraban los parnasianos.
Quietud, pereza, languidez, sosiego...
un sol desencajado el suelo dora,
y a su valiente luz deslumbradora
que le ha dejado fascinado y ciego.
El mar latino, y andaluz, y griego,
suspira dejos de cadencia mora,
y la jarra gentil que perlas llora
se columpia en la siesta de oro y fuego.
Al rojo blanco la ciudad llamea;
ni una brisa los árboles cimbrea,
arrancándoles lentas melodías.
Y sobre el tono de ascuas del ambiente,
frescas cubren su carmín rïente
en sus rasgadas bocas las sandías.
En Cuba, José Martí refleja en Versos sencillos los sentimientos del poeta en contacto con la naturaleza, frente al mundo engañoso y artificial de la civilización. Se trata, como dice el título del libro, de poemas con un estilo muy simple, basados en la sencillez de los cantos del pueblo cubano y alejados por tanto de la sofisticación de los parnasianos:
El cubano José Martí. |
De donde crece la palma,
Y antes de morirme quiero
Echar mis versos del alma.
Yo vengo de todas partes,
Y hacia todas partes voy:
Arte soy entre las artes,
En los montes, monte soy.
Yo sé los nombres extraños
De las yerbas y las flores,
Y de mortales engaños,
Y de sublimes dolores.
Yo he visto en la noche oscura
Llover sobre mi cabeza
Los rayos de lumbre pura
De la divina belleza.
Alas nacer vi en los hombros
De las mujeres hermosas:
Y salir de los escombros
Volando las mariposas.
He visto vivir a un hombre
Con el puñal al costado,
Sin decir jamás el nombre
De aquella que lo ha matado.
Rápida, como un reflejo,
Dos veces vi el alma, dos:
Cuando murió el pobre viejo,
Cuando ella me dijo adiós.
Temblé una vez, —en la reja,
A la entrada de la viña—
Cuando la bárbara abeja
Picó en la frente a mi niña.
Gocé una vez, de tal suerte
Que gocé cual nunca: —cuando
La sentencia de mi muerte
Leyó el alcaide llorando.
Oigo un suspiro, a través
De las tierras y la mar,
Y no es un suspiro, —es
Que mi hijo va a despertar.
Si dicen que del joyero
Tome la joya mejor,
Tomo a un amigo sincero
Y pongo a un lado el amor.
Yo he visto al águila herida
Volar al azul sereno,
Y morir en su guarida
La víbora del veneno.
Yo sé bien que cuando el mundo
Cede, lívido, al descanso,
Sobre el silencio profundo
Murmura el arroyo manso.
Yo he puesto la mano osada,
De horror y júbilo yerta,
Sobre la estrella apagada
Que cayó frente a mi puerta.
Oculto en mi pecho bravo
La pena que me lo hiere:
El hijo de un pueblo esclavo
Vive por él, calla y muere.
Todo es hermoso y constante,
Todo es música y razón,
Y todo, como el diamante,
Antes que luz es carbón.
Yo sé que al necio se entierra
Con gran lujo y con gran llanto,—
Y que no hay fruta en la tierra
Como la del camposanto.
Callo, y entiendo, y me quito
La pompa del rimador:
Cuelgo de un árbol marchito
Mi muceta de doctor.
Más cercana al estilo de José Martí se encuentra la poesía regional de autores como el murciano Vicente Medina (Aires murcianos) y el extremeño de adopción José María Gabriel y Galán (Extremeñas). Ambos funden lo lírico con la narración y lo dramático, creando poemas más parecidos a monólogos en los que personajes del pueblo llano cuentan sus problemas, normalmente relacionados con la pobreza y el atraso de su región.
José María Gabriel y Galán, nacido en Salamanca pero cacereño de adopción. |
Vicente Medina. |
Manuel Machado de joven. |
A todos nos han cantado
en una noche de juerga
coplas que nos han matado...
Corazón, calla tu pena;
a todos nos han cantado
en una noche de juerga.
Malagueñas, soleares
y seguiriyas gitanas...
Historias de mis pesares
y de tus horitas malas.
Malagueñas, soleares
y seguiriyas gitanas...
Es el saber popular,
que encierra todo el saber:
que es saber sufrir, amar,
morirse y aborrecer.
Es el saber popular,
que encierra todo el saber.
No hay comentarios:
Publicar un comentario