sábado, 16 de enero de 2016

9. El Expresionismo.

En los años 90 del siglo XIX y a principios del siglo XX nace en Alemania el Expresionismo, la última corriente que pertenece al Modernismo y que crea un puente entre este movimiento y el de la Vanguardia.
James Ensor fue uno de los primeros pintores expresionistas. En La máscara y la muerte los personajes son grotescos y la muerte se representa con humor negro, como en el teatro de Valle-Inclán.
El Expresionismo puede entenderse como una vuelta a la expresión exagerada de los sentimientos propia del Romanticismo, pero ahora llevada al extremo. Al contrario que el artista impresionista, que desea extraer sentimientos del espectador, el artista expresionista (como indica su nombre) busca expresar sus pasiones personales, especialmente las más violentas o perturbadoras; extraerlas de dentro de sí mismo y volcarlas en el cuadro o en el papel. En estas obras artísticas y literarias la técnica empleada es la hipérbole o exageración, la caricatura, la deformación de las figuras y la insistencia en temas violentos y monstruosos.
Posiblemente, el cuadro expresionista más famoso es El grito de Edvard Munch. Aquí vemos cómo el Expresionismo rompe con el Realismo y con la idea de la belleza: solo interesa expresar el sentimiento de horror del artista,  través de una figura monstruosa.
El Expresionismo se basa en una visión de la realidad extremadamente subjetiva y en un total desprecio por los cánones de belleza tradicionales. Se crea un arte que busca no lo bello como había ocurrido hasta entonces, sino lo feo y desagradable. Se niega el Realismo y no se representan realidades objetivas sino obsesiones personales, perturbaciones, miedos, etc.
En esta Crucifixión de Nolde vemos también la ruptura con el Realismo. Las figuras aparecen pintadas de colores amarillos y verdes y las caras aparecen deformadas para expresar mejor el dolor de Cristo, los ladrones, la Virgen y las santas mujeres.
Muy a menudo, los escritores decadentistas terminaron siendo expresionistas. En su intento por hablar de temas escandalosos e inmorales para provocar a la burguesía, acabaron creando una literatura llena de personajes crueles o pervertidos y de situaciones monstruosas. Los escritores bohemios como Emilio Carrere, condenados a la pobreza y a la marginación por una sociedad que no los comprende, desarrollarán poemas y relatos de la vida bohemia marcados por el horror, la miseria, la locura, el alcoholismo y la violencia.

Sin embargo, el mayor escritor expresionista español es Ramón del Valle-Inclán, que lleva esta corriente al teatro. Las “comedias bárbaras”, y sobre todo las obras de teatro que él llamó “esperpentos”, están escritas en un lenguaje lleno de metáforas exageradas y protagonizadas por personajes caricaturescos y ridículos a los que les ocurren situaciones grotescas e incluso terroríficas como el canibalismo, la profanación de cadáveres, el asesinato, la brujería, etc. Lo más horrendo en estas obras de teatro es que la muerte y el crimen no se muestran como una tragedia o como algo negativo, sino con un toque de humor negro. 

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