En
los años 90 del siglo XIX y a principios del siglo XX nace en
Alemania el Expresionismo, la última corriente que pertenece al
Modernismo y que crea un puente entre este movimiento y el de la Vanguardia.
James Ensor fue uno de los primeros pintores expresionistas. En La máscara y la muerte los personajes son grotescos y la muerte se representa con humor negro, como en el teatro de Valle-Inclán. |
El
Expresionismo puede entenderse como una vuelta a la expresión
exagerada de los sentimientos propia del Romanticismo, pero ahora
llevada al extremo. Al contrario que el artista impresionista, que
desea extraer sentimientos del espectador, el artista
expresionista (como indica su nombre) busca expresar sus pasiones personales, especialmente las más violentas o
perturbadoras; extraerlas de dentro de sí mismo y volcarlas en el cuadro o en el
papel. En estas obras artísticas y literarias la técnica empleada
es la hipérbole o exageración, la caricatura, la deformación de las figuras y
la insistencia en temas violentos y monstruosos.
Posiblemente, el cuadro expresionista más famoso es El grito de Edvard Munch. Aquí vemos cómo el Expresionismo rompe con el Realismo y con la idea de la belleza: solo interesa expresar el sentimiento de horror del artista, través de una figura monstruosa. |
El
Expresionismo se basa en una visión de la realidad extremadamente subjetiva y en un total desprecio por los cánones de belleza
tradicionales. Se crea un arte que busca no lo bello como había
ocurrido hasta entonces, sino lo feo y desagradable. Se niega el
Realismo y no se representan realidades objetivas sino obsesiones
personales, perturbaciones, miedos, etc.
En esta Crucifixión de Nolde vemos también la ruptura con el Realismo. Las figuras aparecen pintadas de colores amarillos y verdes y las caras aparecen deformadas para expresar mejor el dolor de Cristo, los ladrones, la Virgen y las santas mujeres. |
Muy
a menudo, los escritores decadentistas terminaron siendo
expresionistas. En su intento por hablar de temas escandalosos e
inmorales para provocar a la burguesía, acabaron creando una
literatura llena de personajes crueles o pervertidos y de situaciones
monstruosas. Los escritores bohemios como Emilio Carrere, condenados
a la pobreza y a la marginación por una sociedad que no los
comprende, desarrollarán poemas y relatos de la vida bohemia
marcados por el horror, la miseria, la locura, el alcoholismo y la
violencia.
Sin
embargo, el mayor escritor expresionista español es Ramón del
Valle-Inclán, que lleva esta corriente al teatro. Las “comedias
bárbaras”, y sobre todo las obras de teatro que él llamó
“esperpentos”, están escritas en un lenguaje lleno de metáforas
exageradas y protagonizadas por personajes caricaturescos y ridículos
a los que les ocurren situaciones grotescas e incluso terroríficas como el canibalismo, la profanación de cadáveres, el asesinato, la
brujería, etc. Lo más horrendo en estas obras de teatro es que la muerte y el crimen no se muestran como una tragedia o como algo negativo, sino con un toque de humor negro.
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