El Simbolismo es la
corriente más importante del Modernismo. Nace en Francia a finales de los 80 y principios de los 90 del siglo
XIX y hereda características de todos los movimientos anteriores: el
Prerrafaelismo, el Parnasianismo y el Decadentismo. Sin embargo, en
décadas anteriores ya hubo escritores que se pueden
considerar simbolistas: en Francia, por ejemplo, destaca
Charles Baudelaire, que escribió en los años 50 y 60 del siglo XIX,
y los poetas Paul Verlaine y Arthur Rimbaud, que escribieron en los 70. Mientras tanto, en España ya existía una poesía
simbolista desde los años 60 del siglo XIX, gracias a Gustavo Adolfo
Bécquer y Rosalía de Castro.
El Simbolismo se basa en
la teoría artística de que existen “correspondencias”,
relaciones entre la realidad visible y la realidad invisible, entre
lo material y lo espiritual. El mundo, según el Simbolismo, sería
como una gran partitura musical o un gran poema, en
el que sonidos, sentimientos, colores y olores están perfectamente
cohesionados y relacionados entre sí. El poeta sería un ser
elegido, una especie de “vidente”, el único capaz de “ver”
las relaciones ocultas entre las cosas, descifrar su misterio y ponerlo por escrito en el
poema. Aunque, como recordamos, esta teoría ya era defendida por
algunos escritores románticos, es a partir de los 80 y 90 cuando el
Simbolismo la rescata y la convierte en el centro de todas las obras
literarias y artísticas del momento.
Odilon Redon es uno de los pintores simbolistas más importantes. En su obra vemos cómo se mezclan lo racional y lo irracional por medio del símbolo. |
Debido a esta teoría, la
literatura simbolista va a utilizar principalmente la sinestesia,
recurso que consiste en atribuir una sensación a un sentido corporal
que no le corresponde. Así, encontraremos muy a menudo expresiones
como “perfumes verdes” (los perfumes no tienen color), “tardes
de seda” (las tardes no pueden palparse), “clarines rojos” (los
sonidos no tienen color tampoco), etc. El Simbolismo intentaba con
este lenguaje mostrar que, en el fondo, todas las cosas y sensaciones se encuentran relacionadas.
Otra característica del
Simbolismo, que en este caso lo aleja totalmente del Romanticismo, es
su falta de interés por crear un lenguaje altisonante. Al contrario,
el Simbolismo se propone captar “el alma de los seres”, por lo
que los poemas no usan un lenguaje preciso ni describen
objetos concretos, sino más bien sugieren sentimientos y
sensaciones, en un lenguaje ambiguo compuesto justamente por
símbolos, obviamente el recurso más utilizado por esta
corriente. En su primer libro Soledades, Antonio Machado describe numerosos jardines solitarios, fuentes y atardeceres que en realidad son símbolos de la tristeza interior del poeta o del paso del tiempo.
En este cuadro llamado Evocación, Odilon Redon no busca representar nada concreto, sino precisamente "evocar" el misterio de lo antiguo y lo sagrado. Para ello usa símbolos orientales y cristianos y emplea una técnica en la que el cuadro parece estar borrado por el paso del tiempo. |
Finalmente, el tercer
recurso más empleado por el Simbolismo es la musicalidad que aporta la
métrica. En busca de un lenguaje que sugiera sensaciones y
sentimientos y que demuestre las relaciones entre palabras, colores,
música, etc., los simbolistas emplearán estrofas muy distintas y
versos de diferentes medidas, combinándolos y creando efectos sonoros sorprendentes. Además, se utilizan también la aliteración o
repetición de sonidos y las rimas, que aportan mucha sonoridad al
poema y lo acercan a la música. Los simbolistas apreciaban la música
por encima de todas las artes porque pensaban que era la única capaz
de transmitir sensaciones y emociones sin necesidad de usar la mente
racional.
(El Simbolismo también influyó en la música. Claude Debussy creía en la teoría de que todas las sensaciones y cosas estaban conectadas. En Claro de luna, intenta sugerir sentimientos e incluso "imágenes" como la de la luz de la luna cayendo sobre la tierra usando solamente notas musicales. )
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