domingo, 24 de enero de 2016

Antonio Machado (I): "Soledades"

                   

El primer libro de Antonio Machado, Soledades, aparece en 1903 cuando el poeta contaba con 28 años. Años más tarde, en 1907, la obra es corregida y modificada, añadiéndose algunos poemas, y se le cambia el título por Soledades. Galerías. Otros poemas. Este libro es el mejor ejemplo del Simbolismo en la obra de Antonio Machado, y en general, en la literatura modernista en lengua española.


Igual que Alma de su hermano Manuel, Soledades de Antonio Machado es un libro que aspira a explorar las profundidades del alma del poeta, pero en esta ocasión mediante el recuerdo de momentos del pasado. En la poesía de Machado aparecen evocaciones de escenas de su infancia, la mayoría de las cuales rememoran el aburrimiento, el hastío de la existencia.

  Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de lluvia tras los cristales.
  Es la clase. En un cartel
se representa a Caín
fugitivo, y muerto Abel
junto a una mancha carmín.
  Con timbre sonoro y hueco
truena el maestro, un anciano
mal vestido, enjuto y seco,
que lleva un libro en la mano.
Y todo un coro infantil
va cantando la lección:
”mil veces ciento, cien mil,
mil veces mil, un millón”.
  Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de la lluvia en los cristales. 
En algunos poemas la infancia es un mundo encantado, una especie de paraíso perdido en el que aún el poeta tenía esperanzas y se creía en la posibilidad de ser feliz.

Los símbolos más conocidos de su infancia andaluza son el limonero y el naranjo, que crecían en el patio de la casa donde nació. Su colorido sugiere la felicidad perdida de la infancia. En los poemas, el poeta suele recordar estos momentos del pasado durante la tarde, otro símbolo de tristeza.

Limoneros de la Casa de Dueñas en Sevilla. Aquí nació y vivió su infancia Antonio Machado, pues su padre era secretario del duque de Alba.

El segundo tema fundamental en Soledades es sin duda el amor, en concreto la falta de amor o el fracaso amoroso.


Yo voy soñando caminos de la tarde. ¡Las colinas doradas, los verdes pinos, las polvorientas encinas!... ¿Adónde el camino irá? Yo voy cantando, viajero a lo largo del sendero... - La tarde cayendo está-. "En el corazón tenía la espina de una pasión; logré arrancármela un día: ya no siento el corazón". Y todo el campo un momento se queda, mudo y sombrío, meditando. Suena el viento en los álamos del río. La tarde más se oscurece; y el camino que serpea y débilmente blanquea se enturbia y desaparece. Mi cantar vuelve a plañir: "Aguda espina dorada, quién te pudiera sentir en el corazón clavada".

Finalmente, Antonio Machado explora en su intimidad no solamente mediante los recuerdos, sino también mediante el sueño, otra clave para entender este libro, lleno de símbolos procedentes de sueños.

Y nada importa ya que el vino de oro 
rebose de tu copa cristalina, 
o el agrio zumo enturbie el puro vaso... 
  Tú sabes las secretas galerías 
del alma, los caminos de los sueños, 
y la tarde tranquila 
donde van a morir... Allí te aguardan 
  las hadas silenciosas de la vida, 
y hacia un jardín de eterna primavera 
te llevarán un día.

Aunque todo el libro está dedicado a esta exploración de los sueños, la sección donde estos tienen un papel más relevante es la de Galerías. En Galerías Antonio Machado se propone cruzar por las “galerías” o pasillos de la mente inconsciente hasta llegar al fondo de su intimidad. Para ello debe enfrentarse a miedos y terrores irracionales. Los temas de estos sueños evocados son casi siempre tristes e incluso desoladores, y en algunos llegan a aparecer incluso símbolos de la angustia ante la muerte.

Y era el demonio de mi sueño, el ángel
más hermoso. Brillaban
como aceros los ojos victoriosos,
y las sangrientas llamas
de su antorcha alumbraron
la honda cripta del alma.
  -¿Vendrás conmigo? -No, jamás; las tumbas
y los muertos me espantan.
Pero la férrea mano
mi diestra atenazaba.
  -Vendrás conmigo... Y avancé en mi sueño,
cegado por la roja luminaria.
Y en la cripta sentí sonar cadenas,
y rebullir de fieras enjauladas.

El poeta ve que el único consuelo a la angustia de la existencia es recobrar “el lino de los sueños”, es decir, reconstruir el tejido de los sueños para así lograr quizá respuestas a los misterios de la vida. En este sentido, Antonio Machado estaba defendiendo una teoría bastante parecida a la que años más tarde producirá el Surrealismo, aunque siempre estuviera en contra de la complicación de las Vanguardias.

jueves, 21 de enero de 2016

Manuel Machado (III): "Cante hondo".

Cante hondo es un libro de 1912 en el que Manuel Machado recoge poemas que desde su juventud había escrito sobre el cante flamenco. No olvidemos que el padre de Manuel y Antonio Machado, Antonio Machado Álvarez, fue uno de los primeros folcloristas españoles y un gran estudioso de la cultura andaluza y de sus cantes populares, vocación que heredaron sus dos hijos. 

En Cante hondo debemos distinguir dos tipos de composiciones. Por un lado están las soleares, seguidillas o sevillanas que Manuel Machado escribe imitando los cantares del pueblo andaluz. En el siguiente se ofrecen algunas soleares, seguidillas y coplas compuestas por Machado a imitación de las populares:


Por otro lado, están los poemas más largos que se inspiran más o menos en los ritmos de estos cantares pero que son reflexiones sobre el mundo flamenco. En "La copla", por ejemplo, explica cómo nacen las coplas y qué hay que hacer para que parezcan populares:

Hasta que el pueblo las canta,
las coplas, coplas no son,
y cuando las canta el pueblo,
ya nadie sabe el autor.

Tal es la gloria, Guillén,
de los que escriben cantares:
oír decir a la gente
que no los ha escrito nadie.

Procura tú que tus coplas
vayan al pueblo a parar,
aunque dejen de ser tuyas
para ser de los demás.

Que, al fundir el corazón
en el alma popular,
lo que se pierde de nombre
se gana de eternidad.

"Elogio de la soleá", en cambio, gira en torno a este otro subgénero flamenco, mucho más triste:

Canto de soleares,
hondo cantar del corazón,
hondo cantar.
Reina de los cantares.
Madre del canto popular.
Llora tu son,
copla sin par.
Y en mi vacío corazón
se oye sonar
el De profundis del bordón...
Llora, cantar.
 

Manuel Machado (II): "El mal poema".

En 1909, Manuel Machado publica El mal poema, un libro en el que se ensaya un nuevo estilo alejado del Simbolismo. El tono es mucho más tosco y los temas no son los habituales en la lírica: la vida nocturna y prostibularia, la tristeza y la miseria de la bohemia y los bajos fondos, etc. La clave de estos poemas son las frases populares e incluso vulgares y las imágenes degradadas, que relacionan este libro con el Expresionismo. Precisamente eso indica el título del libro: nos encontramos ante un “mal poema”, un texto “mal escrito”, que no pretende ser bello como las obras parnasianas, decadentes o simbolistas.

El mal poema se inicia con un “Retrato”. Si lo comparamos con “Adelfos”, el otro autorretrato con el que se iniciaba Alma, vemos cómo ha cambiado la actitud de Manuel Machado. Ya no se describe a sí mismo como un dandi aristócrata con un reino interior fascinante, sino como un hombre vulgar y corriente, conocedor de las modas parisinas pero también aficionado a los toros, a las cañas de manzanilla y a alguna que otra aventura. Todo se expresa con frases hechas, sin la menor intención se crear versos bellos y sonoros.

En el poema “Mi Phriné”, Manuel Machado defiende el amor a una prostituta marginada por la sociedad. Aunque Phriné era el nombre de una cortesana de la Antigüedad griega, el poema no es parnasiano, sino que habla del mundo actual y en un lenguaje cotidiano, incluso feo y antipoético, lleno de frases hechas y con rimas muy pobres o forzadas, deliberadamente sin belleza. Recordemos que el Expresionismo rompía con el ideal de belleza y aspira no solo a hablar de temas escandalosos en la época como la prostitución, sino también a hablar de ellos de forma torpe y vulgar, con humor cínico.


De los muchos poemas que aparecen en el libro sobre la bohemia, un perfecto ejemplo es el “Nocturno madrileño”. La bohemia no se muestra en el texto como un estilo de vida divertido sino como fuente de miseria, dolor y sufrimientos que acaba siempre en el crimen, el acoholismo y la muerte.

De un cantar canalla
tengo el alma llena,
de un cantar con gotas monótonas, tristes
de horror y vergüenza.

De un cantar que habla
de vicio y de anemia,
de sangre y de engaño, de miedo y de infamia
¡y siempre de penas!

De un cantar que dice
mentiras perversas…
De pálidas caras, de labios pintados
y de enormes orejas.

De un cantar gitano,
que dice las rejas
de los calabozos y las puñaladas,
y los ayes lúgubres de las malagueñas.

De un cantar veneno,
como flor de adelfa.
De un cantar de crimen
de vino y miseria,

obscuro y malsano…
cuyo son recuerda
esa horrible cosa que cruza de noche
las calles desiertas”.

Por último, el ejemplo más claro de Expresionismo lo encontramos en “La canción del alba”. El poema parece ser una descripción de la mañana siguiente a una noche de excesos, en la que la resaca hace ver todo negro. Fijémonos en la gran diferencia que hay entre las bellísimas descripciones parnasianas y esta descripción de la “aurora violada”, en la que el autor se empeña en verlo todo deformado, a las mujeres “feas” y a los amigos “detestables”.

El alba son las manos sucias
y los ojos ribeteados.
Y el acabarse las argucias
para continuar encantados.

Livideces y palideces,
y monstruos de realidad.
Y la terrible verdad
mucho más clara que otras veces.

Y el terminarse las peleas
con transacciones lamentables.
Y el hallar las mujeres feas
y los amigos detestables.

Y el odiar a la aurora violada,
bobalicona y sonriente,
con su cara de embarazada,
color de agua y aguardiente.

Y el empezar a ver cuando
los ojos se quieren cerrar.
Y el acabar de estar soñando
cuando nos vamos a acostar.

Manuel Machado (I): "Alma".



Manuel Machado, nacido en Sevilla, es el autor de Alma, el primer gran poemario simbolista que se escribe en España con un estilo de gran calidad. El libro debió de publicarse entre 1901 y 1902.

El título ya es bastante significativo. El libro pretende ser una exploración del alma del poeta, de su “reino interior”. Sus símbolos tratan de representar los sentimientos más íntimos del poeta de amor, soledad y angustia ante la muerte. Hay dos secciones en el libro, “El reino interior” y “Estatuas de sombra”, que recrean ese mundo íntimo de sensaciones indescriptibles. Tres símbolos aparecen sobre todo: el jardín solitario, el atardecer y la noche, los cuales representan el sentimiento de soledad y la melancolía por el paso del tiempo. En el poema “El jardín gris” vemos cómo la descripción de un jardín solitario y marchito es en realidad símbolo del estado de ánimo deprimido del poeta.



Sin embargo, el poema en el que Manuel Machado hace un análisis más interesante de su propia intimidad es “Adelfos”. Se presenta a sí mismo como personificación del hastío característico de la raza hispana. Se trata de un autorretrato decadentista, en que el poeta se describe como heredero del legado árabe, como un bohemio y a la vez como un aristócrata. “Adelfos” significa en griego “hermano”, con lo cual indica que este sentimiento de falta de vitalidad lo hermana con todos los jóvenes de su generación, pero a la vez se parece a “adelfa”, flor venenosa, lo que da a entender que la juventud del momento se encuentra “envenenada” por esta sensación de hastío.
En el siguiente vídeo escuchamos el poema “Adelfos” en la voz de Manuel Mulciber.


Manuel Machado empleó técnicas de otras corrientes del Modernismo para aplicarlas al Simbolismo. Así, por ejemplo, quiso encerrar en símbolos el “alma” castellana en el poema “Castilla”, donde recurre a imágenes medievales como hacía el Prerrafaelismo. En este caso, recrea la escena del Cantar del Mio Cid en que el héroe se encuentra con una niña en Burgos. Como puedes ver en el enlace, se produce un fuerte contraste entre la dureza de los guerreros y la fragilidad de la niña.



En el soneto a “Felipe IV”, Manuel Machado utiliza la técnica del Parnasianismo de describir una obra de arte, en este caso un retrato del rey Felipe IV que hizo Velázquez. Sin embargo, la intención de Machado no es simplemente describir algo hermoso sin expresar sentimientos, sino utilizar el retrato del rey pálido y vestido de negro como símbolo del dandi decadente de la época, elegante y cansado de la vida.



Por último, el Decadentismo está perfectamente representado por el poema “Antífona”, uno de los más influyentes en la poesía modernista española. Se trata de un texto en que el poeta se dirige a una prostituta, a la que considera compañera y hermana de fatigas. Machado declara en el poema algo escandaloso para la burguesía de la época: el artista bohemio y la prostituta son infames, porque llevan una vida al margen de las normas, pero a la vez “santos”, porque se dedican a algo sagrado: la poesía y el amor. Del mismo modo, el poeta no desprecia a la prostituta como hacen los burgueses, sino que se solidariza con ella porque ambos tienen que sobrevivir vendiendo lo que no tiene precio: la poesía y el cuerpo. 

Moulin Rouge! es una película de 2001 dirigida por Baz Luhrmann. Es una película que transcurre en París en pleno Modernismo y que narra la historia de amor entre un escritor bohemio y una prostituta. En esta película podemos ver muchos de los rasgos que hemos estudiado: la bohemia, la absenta, la vida decadentista, el gusto exótico por lo oriental, el simbolismo...

miércoles, 20 de enero de 2016

Rubén Darío (III): "Cantos de vida y esperanza".


En 1905 aparece Cantos de vida y esperanza, que marca la culminación de la lírica de Rubén Darío. En los Cantos veremos cómo surgen nuevas preocupaciones, de tipo novomundista, sobre la comunidad hispánica. Hay un cambio de tema, aunque no del todo radical porque todavía perviven algunos temas parnasianos propios de su libro anterior. Sin embargo, la expresión a veces tiende a la ironía e incluso a un lenguaje tomado del habla cotidiana, algo totalmente reñido con el preciosismo de los parnasianos.

Un tema frecuente en este nuevo libro es la desilusión que ha sufrido Rubén Darío al llegar a su madurez, cuando han desaparecido todos sus sueños de adolescente. La "Canción de otoño en primavera" habla de una vida llena de amores frustrados que han dejado un poso de amargura y tristeza.

Más triste es el poema llamado "Nocturno". Las imágenes preciosistas de su juventud quedan degradadas ("el cisne entre los charcos", "la azucena tronchada por un fatal destino"), lo cual convierte este texto en uno de los más intensos del poeta nicaragüense. En él se alude al alcoholismo que arrastró a Rubén Darío hasta la muerte; el autor es consciente en el poema de su propia autodestrucción: 

El ánfora funesta del divino veneno
que ha de hacer por la vida la tortura interior

Conclusiones igualmente angustiosas se encuentran en el famoso poema "Lo fatal", con el que se termina el libro. En él desea ser planta o incluso piedra para no tener que sentir ni darse cuenta de que la vida no tiene sentido y de que todos los seres humanos estamos condenados a morir.

Junto a estos poemas pesimistas, aparece un segundo grupo de composiciones dominadas por la esperanza en el cambio político, el deseo de que la comunidad hispana se regenere y triunfe sobre el imperialismo de Estados Unidos. El poema más conocido sobre este asunto es “La salutación del optimista”, canto a la valía y a la unidad de los pueblos hispanos después de fracasos como el de España en la guerra de Cuba o la invasión de Panamá por Estados Unidos.


Más fácil de entender y más directo es la oda “A Roosevelt”, presidente de los Estados Unidos. La primera parte del poema es un retrato del país norteamericano, depredador de Hispanoamérica. Roosevelt representa la fuerza bruta de una sociedad materialista a la que le falta sin embargo Dios.


Paralelamente a la crítica a la civilización norteamericana, en “Las letanías de Nuestro Señor don Quijote” hace Rubén Darío una alabanza al personaje de la novela más famosa en lengua española. Don Quijote es el símbolo de la identidad hispana, que está sufriendo la humillación del imperialismo estadounidense. 

Rubén Darío (II): "Prosas profanas".


En 1896 publica Rubén Darío Prosas profanas, su libro más importante y que influirá de forma más intensa en todos los poetas modernistas de España y América. Aunque Darío ya había escrito antes Azul... en 1888, este es un libro posromántico con cuentos y poemas que no llegan a la calidad que encontraremos en Prosas profanas.

Lo primero que encontramos son poemas que se desarrollan en un mundo fantástico e irreal. “Era un aire suave...”, por ejemplo, es una evocación de la Francia del siglo XVIII, propia del Parnasianismo. Abundan en estos poemas los tecnicismos artísticos, el vocabulario de artículos de lujo (mármoles, sedas, champán, abanicos...) y la mitología. Ese mundo lujoso y bello alberga a la perversa marquesa Eulalia, mujer fatal típica del Decadentismo y símbolo de la atracción erótica.


Frente a este personaje está la princesa triste de la “Sonatina”, más cercana a la mujer frágil del Prerrafaelismo. Se ha pensado que la princesa salvada por el príncipe es un símbolo del alma del autor, encerrada en un mundo vulgar y esperando a ser rescatada por la fantasía.

El exotismo queda perfectamente reflejado en "Divagación", poema en que fantasea con la mujer y el amor en distintas civilizaciones antiguas (Grecia, la Francia del XVIII, la Alemania romántica) u orientales (China, Japón, India).

Un segundo grupo está compuesto por poemas en los que Rubén Darío reflexiona sobre el misterio del amor, el sexo y la muerte.

“El reino interior” es una versión moderna de la alegoría medieval de las siete Virtudes y los siete pecados capitales, los cuales representan los deseos y pasiones del alma humana.
El “Responso a Verlaine” es otro poema importantísimo dentro de toda la lírica modernista, y se escribió a la muerte del poeta francés, padre del Simbolismo. Verlaine sería la personificación de todos los poetas y de la propia poesía en lo que tiene de misterioso, sagrado y mágico. Darío desea que el espíritu de Verlaine se funda con la naturaleza (representada por los sátiros del paganismo griego) y con lo sobrenatural (representado por la cruz del cristianismo).

“El coloquio de los centauros” es un largo diálogo entre centauros filósofos que explican el sentido religioso del universo y la vida, regidos por dos principios sagrados e incomprensibles: el amor y la muerte.


Un tercer grupo de poemas se centran en el tema de la poesía: su sentido, su escritura, etc.

Rubén Darío (I): Introducción.


Rubén Darío, nacido en Nicaragua en 1867 y fallecido en 1916, es seguramente el poeta más importante del Modernismo español y americano. Aunque antes de él ya había habido escritores interesantes que se pueden considerar modernistas, es a partir de su obra cuando el Modernismo triunfa en todos los países de habla hispana.

La métrica fue un asunto que preocupó a Rubén Darío. Precisamente, su obra es tan importante dentro de la lírica en lengua española porque consiguió introducir en ella nuevas estrofas y versos con muy distintas medidas. Los críticos literarios han llegado a encontrar en los libros de Darío hasta 147 tipos distintos de estrofas, construidas con 37 tipos de versos. Esto chocaba con la poesía anterior del Realismo, que usaba solamente versos de 11 y 8 sílabas y muy pocos tipos de estrofa, por lo que la poesía era muy simple y la sonoridad muy aburrida.

El ritmo y el sentido de sus poemas están muy relacionados y no pueden imaginarse por separado. Los versos poseen muchísima musicalidad gracias a recursos como el encabalgamiento, las rimas internas, las aliteraciones o repetición de sonidos, etc. Estas novedades abrieron el camino para dos nuevos fenómenos métricos: la prosa lírica, rítmica y rimada, y el verso libre, que es el que se emplea actualmente.

El mismo enriquecimiento de la métrica lo podemos ver en el vocabulario y las imágenes. Hay un vocabulario deliberadamente preciosista en el que abundan los cultismos, palabras que designan objetos de lujo, tecnicismos artísticos... Junto a estas palabras, hay otras que rompen la belleza de los textos creando “salidas de tono”: es el caso de los numerosos barbarismos, tecnicismos no artísticos y palabras que no suelen aparecer en poesía.

Rubén Darío siempre gustó de las imágenes sorprendentes, ya sea mediante la asociación de elementos incompatibles (“loco de crepúsculo y aurora”, “triste de fiesta”), ya sea por introducir palabras y conceptos poco habituales en la lírica. En algunos poemas se vale del simbolismo de los colores: “brazos rojos”, “púrpuras violentas”, “sueños azules”, etc.

Esta gran originalidad de Rubén Darío nos hace pensar a qué corriente del Modernismo pertenece. En realidad, Darío mezcla en sus poemas elementos del Parnasianismo, del Simbolismo, del Decadentismo, etc., por lo que no pertenece a una sola de estas tendencias, sino a todas.

Darío, por ejemplo, no era un auténtico parnasiano, pues en su obra no encontramos frialdad del Parnasianismo al describir objetos de arte sin expresar sentimientos; al contrario, es una poesía muy subjetiva, donde las lujosas realidades sirven como símbolos.
Sin embargo, también Darío se diferencia del Simbolismo porque sus símbolos no expresan sentimientos íntimos, sino que explican el misterio de la vida. El Simbolismo encerraba al poeta en su mundo interior, pero Rubén Darío aspira a salir de sí mismo, al descubrimiento del mundo. Debido a esta curiosidad por lo que hay fuera de sí mismo, Rubén Darío trata básicamente tres temas en su obra: la idea del arte y del poeta, la preocupación social y lo que la crítica literaria ha llamado “erotismo existencial”.

El erotismo en la poesía de Rubén Darío cobra una importancia inusual y adquiere un sentido casi religioso. Los seres de la mitología griega aparecen en escenas eróticas como símbolos del mundo interior, en tensión entre el deseo y el miedo a la insatisfacción. Rubén Dario pretende escapar de la angustia que produce el sinsentido de la vida idealizando el sexo. Por ello se convierte en algo sagrado como la religión, pues son los únicos consuelos contra la muerte y el sufrimiento de la vida.


martes, 19 de enero de 2016

La lírica modernista hispánica (V): La poesía entre el Decadentismo y el Expresionismo.

La actitud de rebeldía de los jóvenes modernistas provocó desde comienzos de este movimiento numerosos poemas de exaltación de conductas antisociales, escritos con una estética feísta. El Decadentismo, como ya vimos, es una tendencia que consiste en escandalizar a la burguesía con temas desagradables, prohibidos o morbosos. 

Se hace frecuente en el Modernismo la poesía que trata el tema de la vida bohemia, es decir, la vida al margen de las reglas sociales en la que se vuelven frecuentes el alcoholismo, el consumo de drogas o las relaciones con el mundo de la prostitución y la delincuencia. Esto da lugar a unas obras líricas, parecidas a otras que hemos visto en el Romanticismo, que insisten en lo macabro, lo siniestro y lo deprimente. Ejemplos de ello son libros como Luchas o La copa del rey de Thule de Francisco Villaespesa, Ninfeas y Almas de violeta del jovencísimo Juan Ramón Jiménez y Románticas o El caballero de la muerte de Emilio Carrere, poeta conocido en su época como "príncipe de la bohemia".


Francisco Villaespesa
  Este soneto de Villaespesa, titulado "Histérica", es típico del Decadentismo. En él se retrata a una mujer fatal en toda regla: una cortesana perversa y sadomasoquista que vive en la antigua Roma de las bacanales y los sangrientos combates de gladiadores.




Enferma de nostalgias, la ardiente cortesana,
al rojizo crepúsculo que incendia el aposento,
su anhelo lanza al aire, como un halcón hambriento,
tras la ideal paloma de una Thule lejana.

Sueña con las ergástulas de la Roma pagana;
cruzar desnuda el Coso, la cabellera al viento,
y embriagarse de amores en el Circo sangriento
con el vino purpúreo de la vendimia humana.

Sueña... Un león celoso veloz salta a la arena,
ensangrentando el oro de su rubia melena.
Abre las rojas fauces... A la bacante mira,

salta sobre sus pechos, a su cuerpo se abraza...
¡Y ella, mientras la fiera sus carnes despedaza,
los párpados entorna y sonriendo expira!
Emilio Carrere, príncipe de la bohemia madrileña
 "Flor de bohemia" es un soneto en el que Carrere exalta la vida bohemia, pobre pero digna.
Aunque es el mundo un viejo hospital de incurables
la vida en nuestro idilio fue dulce y oportuna,
y así, unidos en lánguidos besos interminables
íbamos por los parques, en los claros de luna.

Y en las horas floridas de sentimentalismo,
pusimos áureos sueños de amor, sobre las plagas
del Dolor, la Miseria y la Muerte, lo mismo
que un leproso que pone rosas sobre sus llagas.

Nuestros amigos eran los clásicos buscones,
los tristes vagabundos, los poetas hampones,
las rameras que llevan risa y beso en la boca

y son cual la alegría que pasa. Y en aquella
corte de los Milagros, mi pobre Risa Loca,
con su carita pálida, parecía una estrella.
El mexicano Salvador Díaz Mirón.
En México, Salvador Díaz Mirón escribe Lascas a partir de su encarcelamiento por haber asesinado a un rival político. Aunque sus versos tiene el lujoso estilo del Parnasianismo, se trata de una poesía pesimista obsesionada con la noche, la prisión y la muerte. El erotismo y el deseo de morir se funden y confunden frecuentemente. A menudo la belleza de la escritura acaba volviéndose fea y grotesca, debido a su deseo de hablar de las realidades más degradantes y desagradables como hacen los decadentistas.


Este poema de Díaz Mirón se titula "El muerto". En él sigue fielmente el principio decadentista de crear arte a partir de lo desagradable y macabro, retratando a un cadáver con el mismo lujo de detalles con que los parnasianos describían obras de arte.
Como tronco en montaña venido al suelo.
Frente grandiosa y limpia, soberbia y pura.
Negras y unidas cejas, con la figura
del trazo curvo y fino que marca el vuelo.

De un pájaro en un croquis que apunta un cielo.
Nariz igual a un pico de halcón albura
de canas. ¡El abeto, ya sin verdura,
dio en tierra y está en parte cinto de hielo!

El ojo mal cerrado tiene abertura
que muestra un hosco y vítreo claror de duelo,
un lustre de agua en pozo yerta en su hondura.

Moscas espanto y quito con el pañuelo;
y en la faz del cadáver sombra insegura
flota esbozando un cóndor al par que un velo.
Un caso especial de poesía decadentista lo constituye Manuel Machado. Casi a finales del Modernismo, en 1909, publica El mal poema, libro en el que muestra un estilo deliberadamente vulgar, atento a lo más repulsivo y feo de la gran ciudad. Se trata de una poesía sobre lo monstruoso y lo perverso, acompañada de una actitud cínica e irónica, que se resigna a cantar lo cotidiano y lo vulgar. Con estos poemas, Manuel Machado hace que la poesía decadentista española dé el paso hacia el Expresionismo.
Manuel Machado titula a este poema "chouette" ("Lechuza" en francés). Habla en tono irónico de la hipocresía de los burgueses, que llevaban una doble vida teniendo como amantes a prostitutas que debían vivir marginadas en el mundo de la noche como las lechuzas.
En cualquier parte hay un espejo,
un poco de agua clara y un peine. Y si la nena
es bonita, ¡ya esta! La noche pasa,
y el nuevo día llega.
Y no se te conoce
la batalla de amor ni a ti ni a ella.

Y luego, son dos vidas
separadas, ajenas,
dos mundos. Tú, al trabajo
cotidiano, a la eterna
lucha, pequeña o grande, cosas de hombre
archisabidas... Ella,
a dormir y a esperar la noche. Y viene
la noche, y la despierta.
Finalmente, hay que mencionar a Ramón del Valle-Inclán, que escribió tres libros de poesía. El primero, Aromas de leyenda, se puede considerar prerrafaelista, pero el segundo (El pasajero) refleja la fascinación de los decadentistas por las ciencias ocultas y la brujería. Por último, en La pipa de kif cambia totalmente de estilo y elabora un poemario completamente expresionista, con un lenguaje y unas imágenes distorsionadas y grotescas y un humor cínico similares a los que aparecen en su teatro esperpéntico. 


Ramón del Valle-Inclán.

Este es un fragmento del poema que da nombre a La pipa de kif de Valle-Inclán. En él se hace una alabanza a la marihuana en un tono humorístico. La alabanza es tan exagerada (llega a santificar la marihuana al identificarla con elementos sagrados de todas las religiones) que el resultado resulta grotesco, como en el Expresionismo. 
¡Verdes venenos! ¡Yerbas letales
de paraísos artificiales!

A todos vence la marihuana
que da la ciencia del Ramayana.

¡Oh marihuana, verde neumónica,
cannabis índica et babilónica!

Abres el sésamo de la alegría,
cáñamo verde, kif de Turquía

Yerba del viejo de la Montaña,
el Santo Oficio te halló en España.

Yerba que inicias a los fakires,
llenas de goces y Dies Ires.

¡Verde esmeralda – loa el poeta
persa – tu verde vistió el profeta!

(Kif – yerba verde del persa – es
el achisino bhang bengalés.

Charas que fuma sobre el diván,
entre odaliscas, el Gran Sultán) 

La lírica modernista (IV): La poesía regeneracionista y mundonovista.

Los poetas del Modernismo supieron compaginar perfectamente el subjetivismo extremo de la poesía simbolista, centrada en expresar mediante símbolos y sugerencias las angustias y emociones más íntimas del poeta, con otro tipo de poesía que miraba hacia la realidad social. Los poetas modernistas no solo se interesaron por mundos exóticos y lejanos, sino que también se preocuparon por los problemas del pueblo español y americano y trataron de escribir una poesía más clara y fácil de entender. 

En América, el movimiento político de indignación contra el imperialismo norteamericano y de reivindicación de la identidad latinoamericana se llamó Mundonovismo. El mejor ejemplo de esto es el nicaragüense Rubén Darío, el mejor parnasiano en lengua española pero a la vez el primer poeta que, en su libro Cantos de vida y esperanza, alza la voz contra el imperialismo de Estados Unidos y sus planes de someter económicamente a toda América Latina en poemas como la oda "A Roosevelt". En este libro aparece un tema nuevo (la comunidad hispánica y su destino común) y también unas formas nuevas, alejadas de la delicadeza parnasiana o de la musicalidad simbolista: el lenguaje se hace a veces vulgar como en el habla cotidiana y el tono es irónico e incluso sarcástico. 

Sin embargo, mucho antes de Darío ya había escrito el cubano José Martí sus Versos libres. Es un libro con interesantes renovaciones métricas y símbolos que expresan inquietudes espirituales, pero a la vez confiesa en él sus principios éticos y políticos y su deseo de que Cuba sea libre del dominio español y estadounidense. 

En Perú, José Santos Chocano fue un poeta de enorme éxito por todo el continente americano debido a sus obras mundonovistas como Alma América, en la que canta de una forma exuberante los temas indígenas, el paisaje, la flora, la fauna y las leyendas de América Latina. 
El peruano José Santos Chocano.
En el soneto "Las selvas", Santos Chocano desea reflejar la realidad exótica americana en la poesía del momento, con la intención de reivindicar su tierra frente a la cultura europea y norteamericana.
Cada selva en su pompa de rumores,
Sobre la ostentación de los follajes,
Copia el frufrú de los sedosos trajes
Y en la seda después pinta sus flores.

Luce insectos de gasa brilladores,
Pájaros de vivísimos plumajes,
Fieras dignas de verse en los paisajes
De una artística alfombra de colores.

La selva tropical que por frondosa
Finge la cabellera de una hermosa,
de día, entre penumbras se recata;

y, de noche, sujeta su peinado
con un fulgor de luna, atravesado
como si fuese un alfiler de plata…

Como ya hemos visto, este mismo movimiento en España fue llamado con el nombre de Regeneracionismo, y afectó igualmente al género lírico. La poesía regeneracionista aprovechó la tendencia a describir paisajes que ya había iniciado el Simbolismo, pero en este caso los paisajes no servirán ya para expresar estados de ánimo del poeta, sino reflexionar sobre la realidad social de las regiones españolas. El más importante poeta regeneracionista fue Antonio Machado gracias a la composición de su libro Campos de Castilla, en el que sacrifica la expresión oscura y el pensamiento complejo del Simbolismo por una expresión clara de un ideal ético y político de regeneración de la sociedad española. El paisaje castellano, pobre y seco, se corresponde con las gentes castellanas, que viven en la pobreza y el atraso desde hace siglos. También se incluyen en Campos de Castilla algunas sátiras que critican el caciquismo de los políticos y el tradicionalismo. 

Antonio Machado.
Este es un fragmento del poema "Campos de Soria", perteneciente a Campos de Castilla.

¡Las figuras del campo sobre el cielo!
Dos lentos bueyes aran
en un alcor, cuando el otoño empieza,
y entre las negras testas doblegadas
bajo el pesado yugo,
pende un cesto de juncos y retama,
que es la cuna de un niño;
y tras la yunta marcha
un hombre que se inclina hacia la tierra,
y una mujer que en las abiertas zanjas
arroja la semilla.
Bajo una nube de carmín y llama,
en el oro fluido y verdinoso
del poniente las sombras se agigantan.

La lírica modernista hispánica (III): La poesía simbolista.

La mejor poesía del Modernismo tanto en España como en América pertenece a la corriente simbolista: esto se debe a que en el mundo hispánico contábamos no solo con la inspiración de los simbolistas franceses, sino también con la de Gustavo Adolfo Bécquer y Rosalía de Castro, quienes con su obra se adelantaron al Simbolismo. Los más importantes poetas modernistas aspiran a explorar el "reino interior" de su alma, el inconsciente, el lado oscuro y desconocido de las cosas. Sus poemas tienden a transformar las descripciones de objetos en lugares en símbolos de estados de ánimo del poeta. 

En España, los dos libros más claramente simbolistas fueron escritos por los hermanos Machado. El primero de ellos es Alma de Manuel Machado, en el que encontramos los más famosos poemas simbolistas españoles junto a otros más cercanos al Parnasianismo o al Prerrafaelismo. El otro libro es Soledades de su hermano Antonio, al que más tarde llamó Soledades, galerías, otros poemas. Se trata de una obra mucho más intimista y llena de expresiones misteriosas, centrada en describir las "galerías" o recovecos del alma a través de símbolos como paisajes, jardines, fuentes...
Manuel Machado realiza en su soneto "Felipe IV" una descripción supuestamente parnasiana de un cuadro de Velázquez. Sin embargo, no se trata de una simple búsqueda de la belleza del cuadro, sino de usar la imagen del rey pálido, débil y enfermizo como símbolo del espíritu decadentista de la época, tan extendido entre la juventud.

Nadie más cortesano ni pulido
que nuestro Rey Felipe, que Dios guarde,
siempre de negro hasta los pies vestido.
Es pálida su tez como la tarde,
cansado el oro de su pelo undoso,
y de sus ojos, el azul, cobarde.
Sobre su augusto pecho generoso,
ni joyeles perturban ni cadenas
el negro terciopelo silencioso.
Y, en vez de cetro real, sostiene apenas
con desmayo galán un guante de ante
la blanca mano de azuladas venas.



Su hermano menor, Antonio Machado, realiza en este poema una descripción de una plaza con naranjos por la que pasan niños riendo. El propósito del poema no es representar la escena objetivamente como en el Parnasianismo o el Realismo, sino todo lo contrario: usar la escena como símbolo de la nostalgia por la infancia perdida y el paso del tiempo.

La plaza y los naranjos encendidos
con sus frutas redondas y risueñas.
    Tumulto de pequeños colegiales
que, al salir en desorden de la escuela,
llenan el aire de la plaza en sombra
con la algazara de sus voces nuevas.
    ¡Alegría infantil en los rincones
de las ciudades muertas!...
    ¡Y algo nuestro de ayer, que todavía
vemos vagar por estas calles viejas!
Juan Ramón Jiménez, al que estudiaremos como poeta posmodernista, empieza a escribir muy joven obras simbolistas en las que expresa sus angustias de adolescente, el miedo a crecer y el deseo de volver a la naturaleza en libros como Arias tristes, Jardines lejanos y Pastorales. Más tarde su obra seguirá siendo simbolista, aunque ahora escribirá sobre la búsqueda del amor y la belleza supremos en libros como Elegías o La soledad sonora

Juan Ramón Jiménez con 18 años.
Vamos a comparar dos poemas de Juan Ramón. En el primero se observan claramente la el carácter depresivo del poeta y sus ansias de fundirse con la naturaleza. En el segundo, perteneciente a su siguiente etapa, la tristeza sigue ahí pero queda superada por el deseo de hallar la belleza en todo lo que le rodea.

Entre el velo de la Lluvia
que pone gris el paisaje,
pasan las vacas, volviendo
de la dulzura del valle.
Las tristes esquilas sueñan
alejadas, y la tarde
va cayendo tristemente
sin estrellas ni cantares.
La campiña se ha quedado
fría y sola con sus árboles;
por las perdidas veredas
hoy no volverá ya nadie.
Voy a cerrar mi ventana
porque si pierdo en el valle
mi corazón, quizás quiera
morirse con el paisaje.

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Viene una esencia triste de jazmines con luna
y el llanto de una música romántica y lejana...
De las estrellas baja, dolientemente, una
brisa con los colores nuevos de la mañana...
Espectral, amarillo, doloroso y fragante,
por la niebla de la avenida voy perdido,
mustio de la armonía, roto de lo distante,
muerto entre rosales pálidos del olvido...
Y aún la luna platea las frondas de tibieza
cuando ya el día rosa viene por los jardines,
anegando en sus lumbres esta vaga tristeza
con música, con llanto, con brisa y con jazmines.

 Mientras tanto, en Argentina encontramos a Leopoldo Lugones, que en Los crepúsculos del jardín recoge poemas simbolistas llenos de matices sensoriales y colorido que expresan la melancolía del poeta. En Uruguay, Julio Herrera y Reissig escribe una poesía misteriosa e irracionalista, oscura, con símbolos tan difícile de comprender que a veces parece acercarse a la Vanguardia. En Perú, Ricardo Jaimes Freyre lleva a cabo una importantísima renovación de la métrica y llega a usar incluso versos libres en sus poemas, llenos de referencias a la mitología nórdica que había puesto de moda la ópera de Wagner.

Leopoldo Lugones, simbolista argentino.
 
Julio Herrera y Reissig, simbolista uruguayo.
Ricardo Jaimes Freyre, simbolista peruano.