miércoles, 20 de enero de 2016

Rubén Darío (I): Introducción.


Rubén Darío, nacido en Nicaragua en 1867 y fallecido en 1916, es seguramente el poeta más importante del Modernismo español y americano. Aunque antes de él ya había habido escritores interesantes que se pueden considerar modernistas, es a partir de su obra cuando el Modernismo triunfa en todos los países de habla hispana.

La métrica fue un asunto que preocupó a Rubén Darío. Precisamente, su obra es tan importante dentro de la lírica en lengua española porque consiguió introducir en ella nuevas estrofas y versos con muy distintas medidas. Los críticos literarios han llegado a encontrar en los libros de Darío hasta 147 tipos distintos de estrofas, construidas con 37 tipos de versos. Esto chocaba con la poesía anterior del Realismo, que usaba solamente versos de 11 y 8 sílabas y muy pocos tipos de estrofa, por lo que la poesía era muy simple y la sonoridad muy aburrida.

El ritmo y el sentido de sus poemas están muy relacionados y no pueden imaginarse por separado. Los versos poseen muchísima musicalidad gracias a recursos como el encabalgamiento, las rimas internas, las aliteraciones o repetición de sonidos, etc. Estas novedades abrieron el camino para dos nuevos fenómenos métricos: la prosa lírica, rítmica y rimada, y el verso libre, que es el que se emplea actualmente.

El mismo enriquecimiento de la métrica lo podemos ver en el vocabulario y las imágenes. Hay un vocabulario deliberadamente preciosista en el que abundan los cultismos, palabras que designan objetos de lujo, tecnicismos artísticos... Junto a estas palabras, hay otras que rompen la belleza de los textos creando “salidas de tono”: es el caso de los numerosos barbarismos, tecnicismos no artísticos y palabras que no suelen aparecer en poesía.

Rubén Darío siempre gustó de las imágenes sorprendentes, ya sea mediante la asociación de elementos incompatibles (“loco de crepúsculo y aurora”, “triste de fiesta”), ya sea por introducir palabras y conceptos poco habituales en la lírica. En algunos poemas se vale del simbolismo de los colores: “brazos rojos”, “púrpuras violentas”, “sueños azules”, etc.

Esta gran originalidad de Rubén Darío nos hace pensar a qué corriente del Modernismo pertenece. En realidad, Darío mezcla en sus poemas elementos del Parnasianismo, del Simbolismo, del Decadentismo, etc., por lo que no pertenece a una sola de estas tendencias, sino a todas.

Darío, por ejemplo, no era un auténtico parnasiano, pues en su obra no encontramos frialdad del Parnasianismo al describir objetos de arte sin expresar sentimientos; al contrario, es una poesía muy subjetiva, donde las lujosas realidades sirven como símbolos.
Sin embargo, también Darío se diferencia del Simbolismo porque sus símbolos no expresan sentimientos íntimos, sino que explican el misterio de la vida. El Simbolismo encerraba al poeta en su mundo interior, pero Rubén Darío aspira a salir de sí mismo, al descubrimiento del mundo. Debido a esta curiosidad por lo que hay fuera de sí mismo, Rubén Darío trata básicamente tres temas en su obra: la idea del arte y del poeta, la preocupación social y lo que la crítica literaria ha llamado “erotismo existencial”.

El erotismo en la poesía de Rubén Darío cobra una importancia inusual y adquiere un sentido casi religioso. Los seres de la mitología griega aparecen en escenas eróticas como símbolos del mundo interior, en tensión entre el deseo y el miedo a la insatisfacción. Rubén Dario pretende escapar de la angustia que produce el sinsentido de la vida idealizando el sexo. Por ello se convierte en algo sagrado como la religión, pues son los únicos consuelos contra la muerte y el sufrimiento de la vida.


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