El primer libro de
Antonio Machado, Soledades,
aparece en 1903 cuando el poeta contaba con 28 años. Años más
tarde, en 1907, la obra es corregida y modificada, añadiéndose
algunos poemas, y se le cambia el título por Soledades. Galerías. Otros poemas. Este libro es el
mejor ejemplo del Simbolismo en la obra de Antonio Machado, y en
general, en la literatura modernista en lengua española.
Igual
que Alma de su hermano
Manuel, Soledades de
Antonio Machado es un libro que aspira a explorar las profundidades
del alma del poeta, pero en esta ocasión mediante el recuerdo
de momentos del pasado.
En la poesía de Machado aparecen evocaciones de escenas de su
infancia, la mayoría de las cuales rememoran el aburrimiento, el
hastío de la existencia.
Una tarde parda y fría de invierno. Los colegiales estudian. Monotonía de lluvia tras los cristales. Es la clase. En un cartel se representa a Caín fugitivo, y muerto Abel junto a una mancha carmín. Con timbre sonoro y hueco truena el maestro, un anciano mal vestido, enjuto y seco, que lleva un libro en la mano. Y todo un coro infantil va cantando la lección: ”mil veces ciento, cien mil, mil veces mil, un millón”. Una tarde parda y fría de invierno. Los colegiales estudian. Monotonía de la lluvia en los cristales.
En
algunos poemas la infancia es un mundo encantado, una especie de
paraíso perdido en el que aún el poeta tenía esperanzas y se creía
en la posibilidad de ser feliz.
Los
símbolos más conocidos de su infancia andaluza son el limonero y el
naranjo, que crecían en el patio de la casa donde nació. Su
colorido sugiere la felicidad perdida de la infancia. En los poemas,
el poeta suele recordar estos momentos del pasado durante la tarde,
otro símbolo de tristeza.
Limoneros de la Casa de Dueñas en Sevilla. Aquí nació y vivió su infancia Antonio Machado, pues su padre era secretario del duque de Alba. |
El segundo tema fundamental en Soledades es sin duda el amor, en concreto la falta de amor o el fracaso amoroso.
Yo voy soñando caminos
de la tarde. ¡Las colinas
doradas, los verdes pinos,
las polvorientas encinas!...
¿Adónde el camino irá?
Yo voy cantando, viajero
a lo largo del sendero...
- La tarde cayendo está-.
"En el corazón tenía
la espina de una pasión;
logré arrancármela un día:
ya no siento el corazón".
Y todo el campo un momento
se queda, mudo y sombrío,
meditando. Suena el viento
en los álamos del río.
La tarde más se oscurece;
y el camino que serpea
y débilmente blanquea
se enturbia y desaparece.
Mi cantar vuelve a plañir:
"Aguda espina dorada,
quién te pudiera sentir
en el corazón clavada".
Finalmente,
Antonio Machado explora en su intimidad no solamente mediante los
recuerdos, sino también mediante el sueño,
otra clave para entender este libro, lleno de símbolos procedentes
de sueños.
Y nada importa ya que el vino de oro rebose de tu copa cristalina, o el agrio zumo enturbie el puro vaso... Tú sabes las secretas galerías del alma, los caminos de los sueños, y la tarde tranquila donde van a morir... Allí te aguardan las hadas silenciosas de la vida, y hacia un jardín de eterna primavera te llevarán un día.
Aunque
todo el libro está dedicado a esta exploración de los sueños, la
sección donde estos tienen un papel más relevante es la de
Galerías.
En Galerías
Antonio
Machado se propone cruzar por las “galerías” o pasillos de la
mente inconsciente hasta llegar al fondo de su intimidad. Para ello
debe enfrentarse a miedos y terrores irracionales. Los temas de estos
sueños evocados son casi siempre tristes e incluso desoladores, y en
algunos llegan a aparecer incluso símbolos de la angustia ante la
muerte.
Y era el demonio de mi sueño, el ángel más hermoso. Brillaban como aceros los ojos victoriosos, y las sangrientas llamas de su antorcha alumbraron la honda cripta del alma. -¿Vendrás conmigo? -No, jamás; las tumbas y los muertos me espantan. Pero la férrea mano mi diestra atenazaba. -Vendrás conmigo... Y avancé en mi sueño, cegado por la roja luminaria. Y en la cripta sentí sonar cadenas, y rebullir de fieras enjauladas.
El
poeta ve que el único consuelo a la angustia de la existencia es
recobrar “el lino de los sueños”, es decir, reconstruir el
tejido de los sueños para así lograr quizá respuestas a los
misterios de la vida. En este sentido, Antonio Machado estaba
defendiendo una teoría bastante parecida a la que años más tarde
producirá el Surrealismo, aunque siempre estuviera en contra de la complicación de las Vanguardias.
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